como una daga con sangre y alquitrán,
denso velo de humo en la mirada,
pantalón roto sin remendar.
Zarrio en las rodillas y en las manos,
por tus calles el fuego es un manjar,
el secuestro de Martí en los diarios,
tu economía a medio despertar.
Tus santuarios monarcas y el camino
de asfalto y tierra dentro de tu coto,
Dios te salve de Estados Unidos,
viaje sin boleto de retorno.
Tus hijos borrachos y podridos,
los sueños que les quedan son despojos,
caricias que raspan como lija
a una espalda tersa y de algodón
y todos miran desde su atalaya
el naufragio de sombras y no entienden
que somos parte de la misma tripulación
enmedio de cañones estridentes.
Tatuaje de agua,
llovizna de humo,
neblina de tinta,
carta sin destino.
Iván Barojas
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