martes, 29 de junio de 2010

México olvida

México deámbula
entre el infierno y el cielo
como un penitente desmemoriado,
marioneta de sal sin cruceta

Arañazo en la memoria del olvido,
corazón sin sístole ni diástole,
playa sin mar, ave sin cielo,
amor sin pecado, comida sin sal

Maldito lugar bendito,
ombligo de la luna,
Tan lejos de Dios,
tan cerca de Estados Unidos

En Chiapas se abre una herida,
En Ciudad Juarez otra más,
una diosa maya camina en Cholula
y se le pudre el corazón al Distrito Federal

México tiene una duda en el balcón
que arde en fuego desde el alba al ocaso
y que se quema desde el ocaso al alba
y le llaga la duda y le cicatriza
y lo deja marcado, herido
y México, México olvida.

Reino de los ciegos,
Huracán de desconsuelos,
Pueblo sin memoria,
condenados,
condenados.

y en la calle se encuentran
el adicto y la cocaína
y hacen fiesta, celebran, ríen
y duermen juntos

Y Calderón con su guerra inutil,
que ya nos pasa factura
y nos queda en la memoria otra grieta
que el olvido pronto borrará

Calderón,
urge legalización,
deja de invertir en metralla,
lo que a México le falta,
lo que realmente demanda es educación

México tiene una duda en el balcón
que arde en fuego desde el alba al ocaso
y que se quema desde el ocaso al alba
y le llaga la duda y le cicatriza
y lo deja marcado, herido
y México, México olvida.

Iván Barojas


Esas tardes de lluvia

Esas tardes de lluvia de junio
donde tu voz es el aire que me toca.

Tu fantasma se aparece en los espejos.
Niña de jade y barro.

Este espectro cabalga a lomos de un sueño
con dirección hacia tu noche.

La tinta hace camino, mi mano la sigue,
el camino va a tu boca, manantial sagrado.

Tu mano coloca las estrellas en su sitio.
Las estrellas, lunares que adornan tu sonrisa.

Tu cuerpo tendido es una madrugada antigua
que ha visto amanecer cientos de lustros,
que se mece al compás que bailan las manecillas
de piedra del viejo reloj de los sepulcros.

Iván Barojas

Acróstico - Olvida olvidarme -

Aurea soberana de mis días,
Niña de las alas en la espalda.
Amo tu sonrisa de mediodía.

Coloreas mis horas de alegría,
Olvido olvidarte cuando pasas
Moviéndote al borde de mi alma.
Olvido olvidarte, bella Ana.

Tiempo atrapado en mis ojos.
Eres una estrella en el silencio.

Antes de partir, déjame verte.
Mírame tú también, de frente.
Olvida olvidarme si te marchas.

Iván Barojas

Mujer encendida

Tú, mi sombra deshojada y libre
que sublimas el tiempo de la pared,
obligas a que los ciegos te miren
con el hielo ardiendo bajo tus pies.

Tú, aliento que tribula
a todos mis fantasmas,
mi exquisita minuta
de trozos de guayaba.

Tú, armazón de seda febril que se reinventa
cuando los rayos pasan por los ojos nocturnos
del huracán con hipo, de la tísica tormenta
hasta llegar al punto de transformar el mundo.

La noche que no pasa, las ganas del vencido,
el llanto del cobarde, la suerte del obrero,
Las seis de la mañana, el vino del exilio,
el canto sin un tempo, la muerte del torero,

todo se reinventa cuando te consumes
en medio del ocaso de las decepciones,
nadie permanece en el lugar que sufre,
la luna es una dama con cientos de emociones.

El filo de la aurora corta la mañana,
le rebana el cuello con dedos de artista,
y mientras culmina toda desangrada,
muere a su lado la odiosa rutina.

Tú, Venus encumbrada en el horizonte,
corona de espinas para el condenado,
Lucifer, mi rayo, mi estrella polar,
Mujer encendida como lámpara de aceite,

Mujer encendida como lámpara de aceite,
falso soborno en las manos de Caronte,
mira bien mis manos y mira que a un lado
caen derribados los suspiros del mar.

Iván Barojas


La función

Se abre el telón.

Una voz, un susurro,
un espasmo de tiempo,
un rencor, un futuro,
un gato caminando por el techo.

Sus labios no me dicen nada,
su risa habla mejor que sus palabras.

Hay un faro roto encendido en el cenit,
hoy no hay ni media luna que emane luz,
a bordo de este navío a punto de partir
va nuestro testigo encerrado en su ataud.

Los cantos de la madrugada,
los dulces olores del amanecer,
sin estrellas, sin puertas, sin nada
que nos obligue ahora a correr.

Las noches que perdí antes de ayer,
los días que no viví la maravilla
de ver mi mano tu mano sostener
sin el golpe de estar a escondidas.

Las miradas que no saben nada,
el café y las colillas del sol,
"antes de partir di que me amas",
"no puedo aunque quisiera", contestó.

El rumor de las aves
decían que sus labios
tocarían mis labios
y fue así aunque al revés.
fui yo quien se lanzó,
quien se dejo vencer
entre sus brazos.

Un relámpago gris,
un golpe de vista,
una bala en la frente del olvido,
un beso por cada vez que digo:
Te necesito.

El humo tragando serpientes,
los violines llorando su pena,
te dije que mis labios mienten
y arriba el abuelo miraba de cerca.

Fue aquel el escenario del pecado,
tú querías besarme
y a mí me urgían unos labios,
y fue así aunque al final
la que extrañó tu humedad fue mi boca
que se quedó sola, sola, sola
bebiéndose el vino amargo del amanecer,
la dulce cicuta de unos labios de mujer.

cuando tres veces cantó el gallo,
cuando tres veces negó Pedro
el corazón se convirtió en escombros
murió la pasión de contrabando
justo cuando amanecía desperté.

"Antes de partir de que me amas",
"no puedo aunque quisiera", contesté.

Se cierra el telón...

Iván Barojas


Mar de humo

Todo se lo lleva el humo
como ola de un mar violento,
todo lo arrastra, lo borra,
lo destroza, lo aniquila,
lo desvanece.

Quedaron huellas en la playa
donde habita la memoria
triste y solitaria.

Se rompió una cadena
________aquella tarde,
se quemaron las horas,
se incendiaron las calles,
un barco naufragó en mi costa,
una sirena se quedó varada.

Fue la luz silencio un instante,
la pasión desbordó los ríos,
el recuerdo podrido y distante
se lo tragó de pronto el humo.

Esta sombra de causas y distancias,
este arrabal de ideas ponsoñosas,
esta cruel historia de ángeles caídos,
estas margaritas que no se deshojan.

La verdad fue dura,
el golpe fue tremendo,
esta noche no hay luna
en el cenit de este cuento.

Las llagas bailaron
la milonga del duelo,
la suma de mis noches,
la resta de mis días,
el juego que no juego,
el mar de las colillas,
el juego que no juego,
el mar de las colillas.

Me vi frente al espejo,
demacrado por los años,
con marcas en la espalda
de uñas de ceniza,
la puerta del infierno
se abrió para que pase,
yo dije que no,
aún no es tiempo,
aún no, no en este instante.

El dios del desamparo
me cubrió con su manto,
la virgen amargura
se llevó la fortuna,
el humo aún no cesa,
espero que esta noche,
junto con el viento,
se lo lleve todo
como una ola de un mar violento.

Iván Barojas


Elegía a la muerte de Luis Barojas Osorio


A mi abuelo, mi viejo

Tu llama, tu recuerdo,
tu sombra caminante,
tu voz, raudo estruendo
que calla lentamente.

Fue un golpe duro,
una lanza en el costado,
tu cuerpo ahí derramando
sangre en el manantial puro.

Fue súbita la noticia,
estrépito de andamios
que se derrumban
al compás de la neblina.

Tu grito, tu silencio,
hoy no está tu cuerpo,
y te quedas inmerso
en la cueva del recuerdo.

El mundo se estremece
contigo ardiendo en la garganta
de la luna que se mece
febril, triste y desolada.

¿Fue un golpe helado
ahí en tu pecho?
¿O fue acaso el hierro
entre las cejas?
¡Contéstame, viejo!
¡Levántate y contesta!

Ojala pudiera regresarte,
como Dante a Beatriz
recorrer el cosmos y rescatarte
y verte otra vez sonreir.

Si vieras en mi rostro lo que dejaste,
el cambio en mis ojos que se nota,
la triste sensación de no mirarte,
las platicas que no tuvimos, esas horas.

Buen Viaje, te deseo desde el puerto
donde el desamparo me cobija,
donde solo queda el cuerpo muerto
de un viejo que me oxida la sonrisa.

Espero que no olvides a esta sombra,
a este perro de alcohol y de cenizas
que por las noches sin falta te nombra
desde el corazón de las vitrinas.

El cielo ha llorado tu partida,
tus rosarios envueltos en penumbra,
mira que eres canalla, hijo de puta
por haberte ido sin dejar pista
de donde encontrarte por las noches
para poder hablar con tu fantasma
pa que me digas "Hijo, vamos que se note,
estoy orgulloso de tu hazaña".

La noche se consume y mi esperanza
se va desvaneciendo entre las sombras,
gracias, tú sabes, por lo de Ana,
pero aún así, mis manos lloran.

Se quedarán tu espacio y tu mirada
abriendo grietas en la memoria,
no olvides, viejo, que tu hijo te ama
con tan poca seriedad y tanta necia euforia.

Iván Barojas


¡Ay Mujer!

¡Ay mujer!
mira estas manos
que no paran de llorar tu ausencia,
que se mueren por tenerte cerca,
para desbordar tus ríos,
para encenderte el alba.

¡Ay mujer!
oye esta voz
que se muere por ser escuchada,
por llegar a tus oídos, fugaz y rauda,
para vestirte de adjetivos,
para atraparte en mis palabras.

¡Ay mujer!
mira esta sombra,
lamento intermitente de mi pasión,
este ser de humo y fuego,
esta sombra que soy yo mismo,
esta sombra te la doy.

Iván Barojas


La derrota

Mañana cuando el mar le arranque
los ojos y la lengua al pasado,
habrá que ver si el calendario
aún conserva su calma vulgar y repugnante.

Se desatan mis manos,
mis palabras vuelven al río...

Hacen huelga los cuadros en las pinacotecas,
las campanas tañen sin badajo,
se desmoronan los libros
como dulces de centeno,
como panes de arena.

Tu boca amenaza con marcharse,
tus piernas ignoran tus palabras...

Y arde la casa arrodillada
ante el viento arrogante,
la catedral con espinas en la frente,
la tinta se sublima en los papeles.

La derrota
es el más triste de los besos,
la sangre desangrada de algún árbol,
es el olor a muerte que trae el viento,
es la suma de los miedos,
un retrato.

¿Es aquí donde el arrabal
se volvía mar de agua plata?
¿Es aquí donde el vino
era sangre de una virgen?

- Sí - contestó el otro
con su sonrisa idiota

- Pero fue hace tiempo, monsieur,
fue eso cuando el sol,
aureo soberano,
vestía de fuego a esta ciudad,

cuando la luna diafana
rompía el silencio con su canto,

fue eso cuando los ángeles
vestidos de alquimistas
nos regalaban el sonido azul de las paredes,

ya no, monsieur,
ya no... -
Iván Barojas


Inventario

Esta verdad cínica,
este lamento fingido,
estas agujas de reloj
que hilvanan el silencio

Este ruido de orgasmo,
este laberinto podrido,
estas serenatas
a pie de cementerio

El infinito espacio
que no cabe en mi poema.

El estuco que cubre esta ciudad
donde los hombres se vuelven dioses,
el sepia del cielo al atardecer,
el secreto que se esparce a voces

El miedo que adelgaza,las colillas,
besos cayendo por las escaleras,
labios que no besan, ojos que queman,
figura sin centro ni orilla

El álbum de nuestras derrotas,
el comienzo, el final, la decidia,
la lluvia que cae y no nos toca,
este deseo que no deshoja margaritas

Esta copa con sangre amarga,
Júpiter jugando a ser Neptuno,
los vestigios que quedan cuando pasas,
el sol augurando el infortunio.

El zumo que se derrama de tu boca,
el mañana es un mito del presente,
mis ríos inundándote las costas,
el sabor de los labios de la muerte.

La playa donde quiero mi naufragio,
esta isla vacía de Robinson,
Gulliver soñando con Buenos Aires,
hambriento y varado en Revolución

La mitad de las cosas te las digo,
la otra mitad las disparo con los ojos,
los cristales empañados del olvido,
los gritos, las dudas, los despojos

Alquitrán con sabor a despedida,
el humo que me pudre los pulmones,
el polvo que nos cuenta una mentira,
el neceser repleto de rencores

Las torres de Babel, las atalayas,
el televisor cazando enciclopedias,
el hostil silencio en madrugada,
la maraña de tu pelo de selva

Los vulgares ruidos de las noches,
el mago sin conejo, ni chistera,
los postres que sabían a reproches,
los reyes David con resortera

Este desconsuelo sin vacuna,
este triángulo sin vértices,
la humedad que provoca calentura,
las montañas de mi alma sin relieve

Los adjetivos que nunca he utilizado
las salamandras que nos queman en la espalda
los rastrojos de difuntos que pisamos,
Y al final: nada, nada, nada
Iván Barojas

Imaginación de Kafka

Salida de la imaginación de Kafka,
como una daga con sangre y alquitrán,
denso velo de humo en la mirada,
pantalón roto sin remendar.

Zarrio en las rodillas y en las manos,
por tus calles el fuego es un manjar,
el secuestro de Martí en los diarios,
tu economía a medio despertar.

Tus santuarios monarcas y el camino
de asfalto y tierra dentro de tu coto,
Dios te salve de Estados Unidos,
viaje sin boleto de retorno.

Tus hijos borrachos y podridos,
los sueños que les quedan son despojos,
caricias que raspan como lija
a una espalda tersa y de algodón

y todos miran desde su atalaya
el naufragio de sombras y no entienden
que somos parte de la misma tripulación
enmedio de cañones estridentes.

Tatuaje de agua,
llovizna de humo,
neblina de tinta,
carta sin destino.


Iván Barojas